La investigación en energías renovables dirige
una parte de sus esfuerzos hacia el desarrollo de biocombustibles. Esta vía de
producción de energía, para la que se utilizan maíz, cebada o soja entre otros,puede interferir en los
cultivos destinados a alimentación y encarecer los precios de alimentos básicos. Teniendo esto en cuenta, el futuro de
los biocombustibles, podría pasar por la utilización de algas, muy
abundantes y fáciles de cultivar, como materia prima.
Desarrollar biocombustibles a
partir de materias primas no alimentarias pasa por distintas alternativas. Se
investiga en el aprovechamiento de residuos de la producción agrícola o
forestal como combustibles de segunda generación o, como en el caso de lajatropha, por desarrollar
nuevos cultivos energéticos capaces de crecer en tierras no aptas para la
agricultura convencional.
Una alternativa más es la que podría
suponer la obtención de biocombustibles a partir de cultivos acuáticos de algas
marinas. El hacerlo preferentemente con aguas salinas evita los problemas de sequía o
abastecimiento de agua potable que supondría el uso de agua dulce. Una
hectárea de algas puede producir unas 30 veces más aceite que la
misma extensión de girasol o colza. Pero el principal problema de esta alternativa es el alto contenido en
agua de las algas. Esto dificulta su tratamiento y la extracción de su
contenido útil, el aceite. Tras secarlas, se aprovecha tan solo entre el 5 y el
15 por ciento del producto original.
Mejorar este sistema lleva
irremediablemente a encontrar las especies de algas que más rápido crecen y más
combustible pueden proporcionar. Algunas especies de algas verdes unicelulares, como laChlorella vulgaris o la Scenedesmus acutus, podrían ser la solución, aunque
todavía se está estudiando como mejorar su rendimiento. Para su producción a
escala industrial existen dos opciones: sistemas abiertos como estanques y canales, iluminados con
luz natural; o fotobiorreactores, expuestos a luz natural o artificial.
Iniciativas como el proyecto Cenit Piibe de Repsol, intentan desarrollar esta
tecnología seleccionando las especies adecuadas de microalgas,
mejorando su rendimiento e intentando reducir los costes de los
fotobiorreactores, por ejemplo.
Además de la producción de energía, el cultivo
de algas se está desarrollando paralelamente para lacaptura de dióxido de carbono y la consecuente reducción de emisiones
de este gas contaminante. La investigación genética y de los métodos de
producción de bioetanol podrían llevar estos avances a la realidad en un futuro
próximo, aunque algunos expertos piden paciencia y que no se sobrevalore el potencial de
esta tecnología.